Hablemos de lo incómodo de la maternidad

La maternidad es un cambio vital importantísimo en la vida de una mujer. Siempre se habla de ello como algo que te cambia la vida, lleno de ilusión y amor inexplicable.

Pero poco se habla de lo inexplicable que es también para las madres todo lo incómodo y difícil que atraviesan durante este proceso, tanto física como psicológicamente.

La maternidad es un cambio profundo en la vida de la mujer. Impacta en muchas áreas de su vida como la pareja, la familia, el trabajo, las rutinas, e incluso la propia identidad: ya no soy sólo yo, ahora soy yo como madre. Y hay veces que la maternidad es tan absorbente, que puede llegar a parecer que ser madre es lo único que eres en este momento.

De manera que, ¿por qué no hablamos de esta parte incómoda? De cómo ha cambiado la relación con la pareja, del no saber cómo poner límites a las familias de cada uno sin hacerles daño, de la culpa por no estar disfrutando “lo suficiente”, del cansancio extenuante o de las ganas de tener un ratito para ti pero que por el momento sólo es un deseo platónico.

Como sociedad no lo sentimos como una realidad tan cercana, pero lo viven muchas más mujeres de las que creemos, incluso puede que lo haya experimentado alguna mujer de nuestro propio entorno.

¿Qué pasaría si hablásemos de la parte incómoda de la maternidad?

A nivel social…

Seguramente pasaría lo que ya está comenzando, un cambio hacia la visibilización de esta realidad que viven muchas más mujeres de las que creemos. Este cambio implicaría al entorno más cercano de la madre, los equipos sanitarios que la acompañan en todo el proceso y las instituciones.

Todo esto ayudaría a acompañar a la mujer entendiendo su vivencia completa, con sus luces y sus sombras. De esta manera, podríamos facilitar que perciba que tiene permiso para sentir todas esas emociones más incómodas, y que está bien.

A nivel individual…

Por lo pronto, comenzar a hablar de lo incómodo de la maternidad podría aumentar el apoyo social, pues todos estaríamos mucho más concienciados sobre lo que verdaderamente está suponiendo este proceso para la madre.

Para seguir, se pondría encima de la mesa una verdad incómoda, lo cual puede resultar desagradable (a nadie le gusta hablar de lo incómodo). Sin embargo, cuando hacemos explícitos los sentimientos, pensamientos y situaciones que trae la maternidad, es mucho más fácil que podamos movernos para ponerle solución o, en el caso de que no la tenga, que podamos ayudar a la mujer a hablar del tema, a darle forma a lo que está sintiendo y a sentirse acompañada. Darle voz a lo incómodo puede llegar a ser muy liberador.

Por último, transmite a las madres que lo que están sintiendo es normal, resultado del proceso tan transformador que están viviendo, y que no son sentimientos inadecuados o de malas madres.

Estas son algunas de las razones que nos pueden ayudar a entender por qué es importante traer a nuestras conversaciones del día a día esta realidad tan silenciada, que muchas veces por el propio silencio agrava el sufrimiento de las madres.

¿Y yo cómo puedo ayudar a que esto cambie?

A ti que me lees, te invito a que si conoces a alguna mujer atravesando cualquier etapa de la maternidad, te acerques a ella desde la curiosidad de entender cómo está viviendo este proceso, sin dar por hecho nada de lo que esté sintiendo.

No hace falta que le hagas mil preguntas o que estés constantemente pendiente de lo que necesita. Puedes simplemente llamarla con cierta frecuencia, decirle de salir a pasear o preguntarle si necesita que le acerques algo de comer o del súper. Puede que muchas veces ella no pueda contestarte o atenderte, sobre todo si ya ha dado a luz. Entender que no está pudiendo sacar más tiempo también es acompañar. Le transmitirás que, aunque ella esté hasta arriba y no pueda atenderte, tú sigues estando si te necesita.

Asímismo, preguntarle qué necesita y respetar sus límites también es acompañar, ya que muchas veces puede que no se sienta apoyada en decisiones que para ella son importantes (necesitar esperar para presentar al bebé después del parto, salir menos de casa las primeras semanas, decidir si quiere que cojas o no al bebé, entre otras).

Otras veces no necesitamos hacer nada, simplemente estar para ella, demostrándole que estamos disponibles por si nos necesita en algún momento para hablar, echar una mano, o simplemente estar a su lado.

 

Referencias bibliográficas:

Olza, I., & Lorenzo, P. F. Psicología del embarazo desde una perspectiva sistémica.

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