Contents
- 1 Psiconutrición: cuando la comida habla de nuestras emociones
- 1.1 ¿Cómo se relaciona la comida con la psicología?
- 1.2 ¿Qué es la psiconutrición?
- 1.3 ¿Qué relación existe entre la alimentación y la salud mental?
- 1.4 Consejos para una nutrición saludable (también emocionalmente)
- 1.4.1 1. Escucha tu cuerpo
- 1.4.2 2. Cultiva el ocio y los hobbies
- 1.4.3 3. Respira como manera de calmar tu sistema nervioso
- 1.4.4 4. Descentraliza la comida
- 1.4.5 5. Cultiva lugares de autocuidado emocional
- 1.4.6 6. Tu cuerpo está interconectado, atiéndele de manera global
- 1.4.7 7. Dar la bienvenida al disfrute y a empezar a tratarme mejor
- 1.4.8 8. Busca apoyo psicológico especializado
- 1.5 Influencias de la alimentación en lo emocional
- 1.6 Interocepción: la brújula interna
Psiconutrición: cuando la comida habla de nuestras emociones
Comer no es solo un acto biológico, es también una experiencia emocional, social y psicológica. A lo largo de nuestra vida, aprendemos a vincular la comida con el afecto, la celebración, el consuelo o incluso el control. ¿Cuántas veces comemos no porque tengamos hambre física, sino porque algo dentro de nosotras necesita ser calmado o acompañado? Este es precisamente el punto de partida de la psiconutrición.
¿Cómo se relaciona la comida con la psicología?
La relación que mantenemos con la comida está mediada por las experiencias que hemos tenido con ella en nuestra historia de vida y nuestra familia, la manera en que hemos aprendido a alimentarnos, así como la forma de relacionamos con nuestras emociones.
Comer en exceso, restringir, picotear constantemente, saltarnos comidas… no es algo que únicamente dependa de la fuerza de voluntad. Para nada. Es importante entender que en ocasiones nos alimentamos desde un lugar en el que no sólo satisfacemos a nuestro cuerpo, sino también a nuestras emociones o incluso áreas de nuestra vida que no sabemos cómo atender. No se trata solo de qué comemos o cómo comemos, también desde dónde lo hacemos.
¿Qué es la psiconutrición?
La psiconutrición es un enfoque interdisciplinar que une la nutrición y la psicología para acompañar a las personas en su relación con la comida, su cuerpo y sus emociones. No se centra únicamente en el “qué comer”, sino en comprender por qué comemos como comemos.
Este enfoque trabaja sobre las creencias, emociones, traumas y hábitos que hacen que nos alimentemos de la manera en que lo hacemos. Explorar nuestra alimentación para entender cómo nos relacionamos con nosotros mismos, nuestras emociones, nuestro cuerpo y con las cosas que nos suceden es abrir un camino de autoconocimiento que nos permite tener una relación más consciente, flexible y amable con la comida.
Preguntarnos desde dónde comemos puede ayudarnos a entendernos desde un lugar más profundo. No con el objetivo de controlar mejor la alimentación, sino de saber qué necesitamos darnos en cada momento, sin juzgarlo como bueno/malo.
¿Qué relación existe entre la alimentación y la salud mental?
Solemos interpretar el hambre como una señal de que necesitamos algo, la interpretación más automática es que necesitamos comer.
Pero, ¿y si lo que necesitásemos no fuera comer? Más allá de alimentarnos por necesidad, puede que hayamos aprendido a darnos lo que necesitamos emocionalmente a través de la comida. Pero a lo mejor no es realmente donde nuestra vida necesita que hagamos algo.
A veces no tenemos claro cómo relacionarnos con nuestras emociones o con situaciones que vivimos y buscamos maneras de hacer más liviano ese malestar o incluso intentamos dejar de sentirlo. Aquí es donde entra la comida cobra un papel protagonista ya que nos ayuda a rebajar o incluso evitar ese malestar, así como hacernos sentir mejor ante una situación vital que no sabemos cómo manejar. A veces la comida cubre necesidades que estamos desatendiendo y que, como no nos estamos dando cuenta de que están desatendidas, las desplazamos hacia la comida. Pero ese malestar, aunque se haga más ligero, acaba volviendo y muchas veces acompañado de la culpa.
Ese hambre incontrolable muchas veces es un síntoma de algo más profundo que nos ocurre, o de algo que necesitamos y que no estamos pudiendo atender. Por lo tanto, la solución no necesariamente es comer, pero es la forma en que hemos aprendido a atender aquello que nos ocurre. Por lo tanto, cada vez que lo volvemos a sentir ese malestar, lo interpretamos y atendemos desde ahí.
Pero ¿y si me parase a identificar lo que realmente está ocurriendo en mi cuerpo?
“Tengo sueño, cansancio, estoy agobiada por el trabajo”.
¿Qué me quieren decir estás señales? Puede que necesite quedar con alguien, desahogarme, descansar más, dejar ir algún plan de todos los que tengo, cuidar mi tiempo de ocio y ejercicio…
O incluso… ¿necesito de cambios más profundos en mi vida?
Qué miedo da hacernos estas preguntas, ¿eh? No es nada fácil, la verdad. A veces no sabemos ni por dónde empezar. Y la comida aparece como esa aliada que nos acompaña y nos alivia mientras tanto.
Otras veces arrastramos dolores pasados, de situaciones o personas que nos dañaron, y la comida aparece de nuevo como la manera que tuvimos de sobrevivir a esa situación.
Con un buen acompañamiento, podrás ir descubriendo poco a poco qué fue aquello que influyó en cómo te relacionas actualmente con la comida, y desde ese conocimiento podrás ir deshaciendo nudos e ir eligiendo nuevas maneras de relacionarte contigo misma, con el mundo y con la comida. En Tu Senda Psicología te acompañamos desde el respeto a tu historia y el deseo de entender contigo y ayudarte deshacer esos nudos.
Consejos para una nutrición saludable (también emocionalmente)
1. Escucha tu cuerpo
Interpretar señales de mi cuerpo a lo largo del día.
- ¿Cómo estoy ahora y cómo está mi cuerpo?
- ¿Cuando siento malestar psicológico, también se activa mi estómago, interpretándolo como hambre?
- Preguntarme desde donde estoy comiendo:
- ¿Desde la escucha interna o desde el piloto automático?
- ¿Desde lo que el cuerpo me pide o lo que las reglas dicen?
- ¿Al sentir emociones que me resultan desagradables como tristeza, enfado, estrés o ansiedad?
- ¿Para evitar hacer algo?
- ¿Desde lo que me apetece o desde la culpa?
2. Cultiva el ocio y los hobbies
Como fuente de ocio, fuente de descanso y placer, conexión con nosotras mismas y con otros. No tiene que ser algo épico, simplemente pararme a tejer, a leer o a pasear por el campo con una amistad ya es profundamente valioso. Busca en tu historia de vida ¿qué te gustaba hacer?¿con qué actividad conectaste?
3. Respira como manera de calmar tu sistema nervioso
Como te digo, todo está conectado en nuestro cuerpo y un sistema en alerta también va a estar desregulado en lo alimentario.
4. Descentraliza la comida
Qué me aporta este momento, este sabor, esta comida, más allá de las calorías o de cómo se va a ver mi cuerpo. Soy mucho más que mi cuerpo, una persona sintiente que elige la manera de estar en este momento y la manera de alimentarse en este momento.
5. Cultiva lugares de autocuidado emocional
Donde poder expresar cómo te sientes. Personas, grupos de amigos, terapia, diario, etc.
6. Tu cuerpo está interconectado, atiéndele de manera global
Mejora tu sueño, mueve el cuerpo como más te apetezca. Cuando empezamos a cuidar una, hay efecto cadena y nos ayuda a cuidar el resto
7. Dar la bienvenida al disfrute y a empezar a tratarme mejor
No hay alimentos “buenos” o “malos”, sino momentos donde necesito comer una cosa u otra. Hacer las paces conmigo también implica dejarme un poquito en paz, entender que no puedo comer siempre tan limpio, que no todo es fuerza de voluntad y que cuanto más presione a mi cuerpo para encajar en la alimentación que quiero imponerle, más malestar voy a sentir y más se va a rebelar. Y si te estás dando esa oportunidad, permítete disfrutarla.
8. Busca apoyo psicológico especializado
Si sientes que necesitas apoyarte en alguien y entender mejor tu relación con la comida. En Tu Senda Psicología te acompañamos desde la psiconutrición.
Influencias de la alimentación en lo emocional
Igual que nuestro estado emocional influye en cómo nos alimentamos, también hay una relación a la inversa y existen alimentos que pueden influir en nuestra salud emocional.
Es cierto que, como se nos viene diciendo desde hace un tiempo, comer muchos ultraprocesados influye directamente en nuestro estado de ánimo. Comer sano y equilibrado ayuda a que emocionalmente nos encontremos mejor. Como esta parte ya la sabemos, voy a romper una lanza a favor de los famosos ultraprocesados.
Imagínate en la playa en agosto, tras un día estupendo en la playa. Estás paseando con tu familia por el paseo marítimo y aparece ante vosotros una famosa heladería en la que la gente hace cola para probar sus deliciosos helados. Toda la situación invita a que te pidas un helado, y encima tienen tu sabor favorito.
Y de repente aparece un pensamiento intrusivo que te dice: no vayas a pedirte ese helado, que inflama y no es sano, además es verano y tienes que mantener la línea. Menuda lata tener que estar contando calorías, mejor no me lo como. Pero más tarde, al llegar a casa, sientes que de verdad habrías disfrutado ese helado, y que te has quedado con verdaderas ganas de hacerlo.
Y yo te planteo: darnos el placer de disfrutar un rico helado (aunque sea terriblemente ultraprocesado) también influye en nuestro bienestar emocional. Por lo tanto, no hay una respuesta para todo, ni una solución mágica de cuándo se supone que puedo comer alimentos antiinflamatorios o un helado. La solución siempre pasa por escucharnos, y escuchar qué necesita mi cuerpo en este momento. El disfrute y el goce de estos momentos también es salud mental.
¿Desde dónde lo estás comiendo?
Como te decía, no es saber qué comer, sino saber desde dónde lo estoy comiendo. Comer un helado “teóricamente” puede ser la peor idea del mundo. Pero si pienso en lo gustoso que me va a resultar comérmelo rodeado de gente querida, y el recuerdo de esos helados de las noches de verano, la cosa cambia. Cualquier pauta con rigidez nos enferma, incluidas las pautas más sanas del mundo.
Así que, permítete ser flexible.
Obviamente podemos tener objetivos para cuidarnos. Pero cuidarnos no implica hacernos daño. Y cuando nos imponemos reglas sanas de manera rígida y sin excepciones, nos hacemos mucho daño. En la flexibilidad está la virtud. Y sobre todo, en la compasión hacia nosotras mismas: me permito este momento de disfrute de la manera en la que yo elijo, no en la manera en la que se supone que debería hacerlo.
Por último, ¿la alimentación emocional es mala? Para nada. Qué importante que la alimentación se integre en nuestro mundo emocional como forma de celebrar, de dolernos o de consolarnos. El problema viene cuando perdemos de vista en desde dónde nos estamos alimentando y empezamos a desatender emociones que necesitamos algo más que alimentarnos.
Interocepción: la brújula interna
Un aspecto fundamental de la psiconutrición es el desarrollo de la interocepción: la capacidad de percibir mis señales internas, lo que ocurre dentro de mi cuerpo como el hambre, la saciedad, la tensión muscular, el ritmo cardíaco o la respiración.
Muchas veces confundimos señales emocionales con señales físicas: creemos que tenemos hambre, pero en realidad estamos aburridos, tristes o ansiosos. Si no sabemos identificar lo que sentimos y por lo tanto no podemos atender lo que necesitamos emocionalmente, podemos recurrir a la comida como única vía de regulación.
Observarnos en el día a día es fundamental. De cuando en cuando me paro y me pregunto:
- ¿Cómo estoy ahora y cómo está mi cuerpo?
- ¿Cómo me encuentro emocionalmente hoy?
- Estas señales físicas que estoy sintiendo, son únicamente físicas o tienen que ver con cómo me encuentro emocionalmente
- ¿Qué pueden significar estas señales?
Trabajar la interocepción nos ayuda a diferenciar entre el hambre del cuerpo y el hambre del alma. Nos permite preguntarnos: ¿qué necesito realmente en este momento? Tal vez no sea comida. Tal vez sea descanso, contacto, expresión emocional o simplemente parar.
Espero haberte transmitido que la alimentación no es buena ni mala en sí misma. Pero sí nos aporta un conocimiento profundo de cómo nos encontramos con respecto a nosotras mismas y con respecto al mundo. Aprender a escuchar nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestros pensamientos en torno a la comida nos permite conocernos y elegir de qué manera queremos alimentarnos y atender lo que necesitamos.
La psiconutrición nos invita a conocernos, salir de las reglas y entras en nosotras mismas para entendernos y cultivar un vínculo más consciente y compasivo con la comida… y con nosotras mismas. Si quieres conocer más, te invito a saber un poco más de mi aquí.