Preguntarnos qué podemos esperar de nuestro proceso de terapia y de nuestro terapeuta es algo importante, sobre todo cuando nunca hemos ido a terapia.
Aquí te cuento tres ideas importantes que pueden ayudarte a entender mejor cómo funciona un proceso de psicoterapia.
Contents
No vamos a terapia a que nos den soluciones a nuestros problemas
Que alguien ajeno a ti intente resolver lo complejo de lo que te ocurre en tres pautas mágicas resulta, cuanto menos, osado. Personalmente, desconfiaría de la capacidad de esa persona para ayudarme y acompañarme como necesito. Porque si fuese tan sencillo de solucionar, ya lo habría hecho yo mismo. Esta es una de las premisas de las que parto en terapia: intentar comprender profundamente lo que hace sufrir a la persona.
La terapia es un proceso. No creo en soluciones rápidas, sino en recorrer un camino en el que poder identificar lo que te sucede, ponerle nombre, entenderlo y conectar con aquello que necesitas.
Es importante no buscar soluciones rápidas y fáciles en el terapeuta porque:
- No va a poder darnos un antídoto para lo que nos sucede. Todos fantaseamos con soluciones rápidas que nos solucionen pronto, porque a nadie le gusta tener que sostener una situación incómoda y emociones desagradables. Pero la realidad es que, aunque podamos aprender a movernos en esos momentos desagradables, las soluciones mágicas no existen.
- Aunque nos lo diese, no podría satisfacer lo que necesitamos. Puede que al principio funcione a modo de tirita, pero con el tiempo nos daríamos cuenta de que no nos sirve para solucionar la raíz del problema.
- Es importante entender que necesitamos profundizar en nuestro dolor para poder comprenderlo. Sólo así podremos conectar con lo que realmente necesitamos y daremos respuestas más ajustadas en nuestro día a día.
El terapeuta no viene a salvarme
Que el terapeuta venga a salvarme de lo que me pasa sería injusto para mí, no me permitiría enfrentarme por mí mismo a lo que me sucede. En ocasiones acudimos a terapia con mucho malestar y con una necesidad muy fuerte de que alguien nos arranque ese sufrimiento.
Siento decirte esto, pero la vida no funciona así.
La vida nos mueve y nos conmueve. Nos lleva y nos trae. Nos zarandea, nos alivia, nos hace reír y nos hace sufrir.
Y así es la vida.
Por lo tanto, la probabilidad de que volvamos a sufrir es bastante alta. Si yo dependo de que alguien venga a salvarme, no voy a poder desarrollar nunca la capacidad propia de cogerme a mi misma, responsabilizarme de mi dolor y mi sufrimiento y decidir qué quiero hacer con ello (tomar decisiones, cambiar las manera de hacer las cosas, tolerar mi malestar, etc). Es importante que desarrollemos esa capacidad ya que, de lo contrario, vamos a estar siempre dependiendo de que venga alguien a salvarnos. Por lo tanto, en un proceso de terapia, quien decide qué hacer eres tú, porque es tu vida. No sería justo que otra persona decidiese por ti lo que debes que hacer.
Pero entonces, ¿para qué quiero yo un psicólogo?
El psicólogo es un acompañante, alguien que sabe mucho sobre psicología y que te guía conforme a ese conocimiento que tiene, sosteniéndote mientras tú andas tu propio camino.
Una metáfora que simboliza muy bien la manera en que el psicoterapeuta acompaña a la persona es La Metáfora de la Montaña. Imagina que te encuentras en el bosque, a punto de comenzar el ascenso de una montaña que te has propuesto coronar. Mientras realizas el ascenso, empiezas a encontrar dificultades en el camino, senderos sin salida y lugares peligrosos. Entonces pides ayuda a alguien que se encuentra ascendiendo una montaña justo al lado de la tuya. Desde su perspectiva, puede ver de manera más amplia por dónde estás caminando.
Hay muchas maneras de ascender tu montaña, y está en tu mano decidir cómo quieres subirla. El psicoterapeuta es experto senderista y te observa desde la distancia, pudiendo darte información sobre lo que ve desde ahí, pero no puede tomar decisiones por ti, ya que nunca ha subido tu montaña. Él está subiendo su propia montaña, y seguramente esté siendo ayudado por alguien que asciende otra montaña cercana.
Su función es darte información de lo que observa en ti y en tu camino, para que a partir de ella puedas tomar tus propias decisiones sobre lo que deseas hacer con lo que te sucede.
El psicólogo no toma decisiones por ti ni te da soluciones rápidas. Sería privarte de algo muy importante: la libertad de decidir sobre tu propia vida.
Esto lleva un poco más de tiempo que darte pautas rápidas y, desde luego, es más incómodo dado que tienes que atravesar emociones incómodas. A cambio, te aportará más autoconocimiento y la autonomía para afrontar futuras situaciones y poder hacerlo por ti mismo.
En resumen, en el psicólogo puedes encontrar un lugar donde, desde el más profundo respeto a tu camino y desde la ausencia total de juicio, alguien te acompaña para que descubras qué senda quieres escoger y qué camino deseas vivir.
La terapia es como la vida, pero en miniatura
La vida es cruda, tiene altos y bajos, dificultades y facilidades. Ocurre lo mismo con la terapia. La diferencia es que en la terapia podemos pararnos a mirar esa crudeza, sentirla y ver qué necesitamos hacer con ello. Si algo me entristece, lloro. Si me enfada, gruño. Y si me alegra, río.
Sin embargo, hay veces que no lo hacemos por la rapidez con la que va la vida o porque en su momento no pudimos. La terapia es ese lugar seguro donde pararse a mirarlo con detenimiento y compartir esa carga.
Igual que la vida no ofrece cambios rápidos, la terapia tampoco. De manera que esa idea de que en 2-3 sesiones vas a estar «curado» es falsa. Como todo en la vida, lo que mejor funciona es comprometerse con algo y ser constante en ello. Sólo así irán viniendo los cambios que queremos. En la terapia ese compromiso es con nosotros mismos y con nuestras emociones y reacciones. Poco a poco, veremos cómo nos posicionamos de manera diferente ante la vida.
¿Y qué buscamos en la vida y por lo tanto de la terapia? Sentirnos con la confianza, la seguridad y los recursos necesarios para poder asumir y gestionar aquello que la vida nos traiga.
Entonces, ¿qué puedo esperar de la figura del terapeuta?
- Que me acompañe en mi dolor y me ayude a sostener las emociones incómodas. Vivimos en un mundo en el que se busca apagar rápidamente el sufrimiento: «no te rayes»; «se solucionará»; «piensa en otra cosa». A veces simplemente necesitamos ser escuchados y acompañados en aquello que estamos viviendo. El terapeuta nos acompaña en esa situaciones sin querer apagar ni aliviar rápidamente el dolor. Nos escucha y nos permite ventilar ese malestar que traemos.
- Que me acompañe a explorar esas situaciones y emociones tan incómodas que he vivido, enseñándome a no evitar mi dolor, a sostenerlo y tolerarlo para entender por qué está aquí y qué necesita que haga para estar mejor.
- Que me guíe con todo el conocimiento objetivo que tiene sobre psicoterapia y el funcionamiento del ser humano para así ayudarme a entender qué me ocurre.
- Que mire con perspectiva lo que me sucede y me ayude a entender lo que me ocurre, cómo funciono en mi vida y en mis relaciones.
- Que me acompañe y ayude a pensar sobre las posibles soluciones que necesito dar a lo que me ocurre. Que me acompañe con las decisiones que yo decida tomar, me lleven donde me lleven.
Créeme, sé que es difícil. Yo no soy sólo psicóloga, también soy persona y también he sido paciente. Conozco esa sensación de desear que venga alguien a quitarme el malestar. Pero te pido que confíes en mi cuando te aseguro que, cuando consigues realizar ese proceso de entenderte y darte cuenta de lo que necesitas sientes un gran empoderamiento y la seguridad de que vas a poder afrontar todos esos zarandeos a los que la vida te someta.
Con todo esto, quizás es importante añadir una pregunta a la de ¿qué puedo esperar de mi terapeuta?. Y es: ¿qué puedo esperar de mí durante mi proceso de terapia?. Como hemos dicho, el proceso de terapia no sólo depende de lo que te diga tu psicólogo, sino que es importante que seas tú quien tomes las riendas de tu proceso.
Algunas preguntas que serían importante hacernos serían:
- ¿Estoy preparado para hacerme cargo de mi malestar?
- ¿Estoy dispuesto a confiar y dejarme cuidar por mi terapeuta?
- ¿Qué conflictos internos estoy dispuesto abrir?
- ¿Hasta dónde me gustaría abrirme?
- ¿Hasta dónde quiero llegar en este proceso?
- ¿En qué áreas de mi vida necesito trabajar?
- ¿Estoy dispuesto a tener conversaciones incómodas?
- ¿Estoy dispuesto a comprometerme con este proceso acudiendo semanalmente, incluso en esos días que me da pereza y prefiero no darle vueltas?
- ¿Estoy dispuesto a hacer cambios en mi vida que, a priori pueden resultar incómodos, pero que a la larga pueden guiarme hacia mi bienestar?
Estas preguntas puedes compartirlas y reflexionarlas con tu terapeuta, ya que os servirán enormemente para plantear el proceso de terapia y los objetivos. Recuerda que el proceso es tuyo y es importante que seas proactivo sobre qué áreas de tu vida quieres trabajar.
Tienes que saber que no necesitas atenderlo todo ya. Habrá cosas que necesites trabajar con más urgencia y otras que necesiten más tiempo y paciencia. Que tu terapeuta sepa lo difícil que es para ti hablar sobre ciertos temas o qué tiempos necesitas llevar os ayudará a ajustar el proceso de terapia que necesitas.
Recuerda, tu terapeuta es experto en psicoterapia, pero tú eres experto en ti mismo. Será vuestro trabajo conjunto el que dará buenos resultados.
En Tu Senda Psicología te acompañamos desde el más profundo respeto a que puedas hacer tu camino y pondremos a tu disposición las herramientas que puedan servirte para recorrer tu camino de sanación.